empresas inteligentes y sanas:
Hoy en día, y como hace ya varios años atrás, podemos decir que son varias las empresas que nacen, se desarrollan y, después de algún tiempo, desaparecen, incapaces de recuperarse de errores y malas decisiones administrativas. Otras, por el contrario, cuando su funcionamiento se deteriora, se reponen, e incluso parecen comenzar una atractiva y prometedora “nueva vida”. Los desórdenes funcionales y estructurales tienen diferentes orígenes y no siempre pueden prevenirse convenientemente; de encontrarse en esta situación, deben detectarse y combatirse pronto, y debemos acertar con la mejor solución.
Las organizaciones inteligentes y sanas serán las que sobrevivan en las próximas décadas. Las que tengan acciones sanas y/o menos males que remediar. Más concretamente, podemos hablar que males como la complacencia, la poca orientación al mercado y a sus clientes, los excesos burocráticos, la prioridad a los intereses personales, el estancamiento de la información, una deficiente comunicación interna, la poca descentralización de las empresas y del poder, entre otros diversos factores, ocasionan que algunas o varias empresas se encuentren “enfermas” y, dado el caso, estos males se reflejan primero en diversos indicadores financieros y no financieros, los cuales provocan varias de las veces, la autodestrucción de las empresas.
Sin duda es grave el déficit de capital económico y humano en las empresas pero, aunque lo que haya que buscar por sobre todas las cosas sean soluciones para ello, utilizando analogías con el ser humano, podríamos relacionar el capital con el alimento para nutrirse, o el oxígeno para respirar y así sobrevivir. La carencia de formación técnica y de gestión necesarias para llevar adelante la empresa, la falta de conocimientos y habilidades, nos incapacita para la acción. Puede hablarse de falta de formación y esto, siendo honestos, radica mucho en los individuos: uno debe conocer y aceptar que no sabe, debe querer aprender y disponer de medios para hacerlo.
Una organización inteligente previene, y en su caso, detecta y resuelve; cataliza y asegura su “salud empresarial”. Pero, ¿a qué nos referimos al hablar de organizaciones inteligentes?
Propongamos algunos indicadores universales mencionados por diferentes expertos que han desarrollado sus ideas al respecto. Podemos atribuir una buena dosis de salud e inteligencia a una empresa que muestre los rasgos siguientes:
Las cosas cambian mucho y cada día aparecen nuevas exigencias para la prosperidad de las empresas. El liderazgo pudo ser años atrás un buen remedio para la dispersión de esfuerzos, y hoy, a fuerza de insistir en él, podría estar atrayendo demasiada atención sobre los líderes y fomentando el “seguidismo” o la “lideritis”. Habría que ver, en cada organización, si se precisan seguidores de los líderes o profesionales motivados por sí mismos que van tras metas ambiciosas y compartidas. El concepto de “inteligencia colectiva” debe analizarse en cada compañía y adaptar e incorporar a ella lo específicamente necesario a cada día.
Todas las empresas tienen problemas pero parece que no siempre los encaran con el suficiente acierto: el cuidado de la efectividad empresarial pasa por la prevención, por el rápido diagnóstico y por un muy efectivo tratamiento. Ignorar la existencia de problemas no es precisamente la mejor forma ni la más inteligente de salir adelante. La función directiva parece consistir actualmente en analizar, diseñar, accionar y dar el mantenimiento adecuado de las organizaciones, quizá ya no tanto el conducirlas. Los directivos deben hacer los análisis y adaptaciones para la resolución de problemas. Es preciso estar mental y físicamente fuertes para cultivar la mejora continua y la innovación dentro de la empresa. (Se dice que ésta es la fórmula de la supervivencia).
¡Innovación y creatividad!
M.A.L.D.
http://issuu.com/desarrolloempresarial/docs/revista_julio_2014
Las organizaciones inteligentes y sanas serán las que sobrevivan en las próximas décadas. Las que tengan acciones sanas y/o menos males que remediar. Más concretamente, podemos hablar que males como la complacencia, la poca orientación al mercado y a sus clientes, los excesos burocráticos, la prioridad a los intereses personales, el estancamiento de la información, una deficiente comunicación interna, la poca descentralización de las empresas y del poder, entre otros diversos factores, ocasionan que algunas o varias empresas se encuentren “enfermas” y, dado el caso, estos males se reflejan primero en diversos indicadores financieros y no financieros, los cuales provocan varias de las veces, la autodestrucción de las empresas.
Sin duda es grave el déficit de capital económico y humano en las empresas pero, aunque lo que haya que buscar por sobre todas las cosas sean soluciones para ello, utilizando analogías con el ser humano, podríamos relacionar el capital con el alimento para nutrirse, o el oxígeno para respirar y así sobrevivir. La carencia de formación técnica y de gestión necesarias para llevar adelante la empresa, la falta de conocimientos y habilidades, nos incapacita para la acción. Puede hablarse de falta de formación y esto, siendo honestos, radica mucho en los individuos: uno debe conocer y aceptar que no sabe, debe querer aprender y disponer de medios para hacerlo.
Una organización inteligente previene, y en su caso, detecta y resuelve; cataliza y asegura su “salud empresarial”. Pero, ¿a qué nos referimos al hablar de organizaciones inteligentes?
Propongamos algunos indicadores universales mencionados por diferentes expertos que han desarrollado sus ideas al respecto. Podemos atribuir una buena dosis de salud e inteligencia a una empresa que muestre los rasgos siguientes:
- Consciente de sus fortalezas y debilidades.
- Resuelve bien sus problemas sin crear nuevos.
- Se prepara para un futuro compartido sin desatender el presente.
- Detecta oportunidades y las sabe aprovechar.
- Nutre continuamente sus conocimientos y los aplica.
- Innova de modo natural y exitoso.
- Obtiene los mejores resultados con el mínimo esfuerzo.
- Previene, detecta y gestiona las desviaciones sobre planes.
- Percibe las realidades internas y externas.
- Se adapta a las nuevas situaciones.
- Ve más allá y se anticipa.
- Se dota de un espacio de ventaja sobre la competencia.
- Toma las mejores decisiones al nivel más bajo posible.
- Atiende a las expectativas de sus clientes y sus personas.
- Combina la inexcusable efectividad con el cultivo de emociones positivas.
- Evita la corrupción, la complacencia y la inercia.
- Disfruta sirviendo a la sociedad de que se sirve.
- Funciona como un todo vivo, cuyas partes se adaptan para encajar debidamente.
Las cosas cambian mucho y cada día aparecen nuevas exigencias para la prosperidad de las empresas. El liderazgo pudo ser años atrás un buen remedio para la dispersión de esfuerzos, y hoy, a fuerza de insistir en él, podría estar atrayendo demasiada atención sobre los líderes y fomentando el “seguidismo” o la “lideritis”. Habría que ver, en cada organización, si se precisan seguidores de los líderes o profesionales motivados por sí mismos que van tras metas ambiciosas y compartidas. El concepto de “inteligencia colectiva” debe analizarse en cada compañía y adaptar e incorporar a ella lo específicamente necesario a cada día.
Todas las empresas tienen problemas pero parece que no siempre los encaran con el suficiente acierto: el cuidado de la efectividad empresarial pasa por la prevención, por el rápido diagnóstico y por un muy efectivo tratamiento. Ignorar la existencia de problemas no es precisamente la mejor forma ni la más inteligente de salir adelante. La función directiva parece consistir actualmente en analizar, diseñar, accionar y dar el mantenimiento adecuado de las organizaciones, quizá ya no tanto el conducirlas. Los directivos deben hacer los análisis y adaptaciones para la resolución de problemas. Es preciso estar mental y físicamente fuertes para cultivar la mejora continua y la innovación dentro de la empresa. (Se dice que ésta es la fórmula de la supervivencia).
¡Innovación y creatividad!
M.A.L.D.
http://issuu.com/desarrolloempresarial/docs/revista_julio_2014