saber tomar decisiones:
Hablando del tema en cuestión, consideremos importante hacer referencia a la gran trascendencia que conlleva el saber tomar decisiones en la vida cotidiana: en el hogar, en los estudios, en el trabajo, con la familia, etc.
Debemos destacar la importancia de este proceso como elemento clave en nuestras vidas, ya que diariamente tomamos decisiones y no siempre lo hacemos de una manera clara y planificada.
Para muchas personas, tomar decisiones importantes en la vida les supone un cierto temor o al menos, incertidumbre, por si no se hace correctamente. Cuando se trata de decidir entre una ocupación u otra, por ejemplo, este proceso está cargado de inseguridad, porque sabemos que esta elección va a marcar nuestro estilo de vida y porque somos conscientes que estamos decidiendo nuestro futuro profesional y, tal vez, el de toda nuestra vida.
Tomar una buena decisión consiste en trazar el objetivo que se quiere conseguir, reunir toda la información relevante y tener en cuenta las preferencias del que tiene que tomar dicha decisión. Si queremos hacerlo correctamente, debemos ser conscientes de que una buena decisión es un proceso que necesita tiempo y planificación. Por ello, la única manera de tomar una buena decisión es a través de la aplicación de un buen procedimiento o modelo de toma de decisiones que nos permita ahorrar tiempo, esfuerzo y energía.
La mayoría de los autores convencionales coinciden en señalar seis criterios para tomar una decisión eficaz, que son:
• Concentrarse en lo que es realmente importante.
• Realizar el proceso de forma lógica y coherente.
• Considerar tanto los elementos objetivos como los subjetivos y utilizar una estructura de pensamiento analítica e intuitiva.
• Recoger la información necesaria para optar o elegir.
• Recopilar la información y opiniones que se han formado en torno a la elección.
• Ser directos antes, durante y después del proceso.
La necesidad de tomar decisiones rápidamente dentro de un mundo cada vez más complejo y en continua transformación, puede llegar a ser muy desconcertante por la imposibilidad de asimilar toda la información necesaria para adoptar la decisión más adecuada. Todo ello nos conduce a pensar que el tomar decisiones, supone un proceso mental que lleva en sí mismo los siguientes pasos:
• Identificación del problema: Reconocer cuándo estamos ante un problema para buscar alternativas de solución al mismo. ¿Qué hay que decidir?
• Análisis del problema: Determinar claramente las causas del problema y sus consecuencias. Recoger la máxima información posible sobre el mismo. ¿Cuáles son las opciones posibles?
• Evaluación de las opciones y/o alternativas: Identificar las posibles soluciones al problema o tema, así como sus posibles consecuencias. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de cada alternativa?
• Selección de la mejor opción: Una vez analizadas las opciones y/o alternativas posibles, escoger la que nos parece más conveniente y adecuada. ¿Cuál es la mejor opción?
• Poner en práctica las medidas tomadas: Una vez tomada la decisión, llevarla a la práctica y observar su evolución. ¿Es correcta la decisión?
• Finalmente, evaluar el resultado: Reflexionar si el problema se ha resuelto conforme a lo previsto, analizando los resultados para modificar o replantear el proceso en los aspectos necesarios para conseguir el objetivo pretendido. ¿La decisión tomada produce los resultados deseados?
Lo importante en realidad es adoptar un enfoque proactivo de toma de decisiones; es decir, debemos tomar nuestras decisiones sin esperar a que los otros lo hagan por nosotros, o lo que es peor, a vernos forzados a hacerlo.
Finalmente, una vez vistos los distintos elementos que debemos tener en cuenta en el proceso de toma de decisiones, debemos relacionar los posibles errores en los que podemos incurrir al tomar decisiones, entre los que podemos mencionar:
• El no realizar un buen estudio de la situación. Falta de información.
• La falta de decisión porque no se tiene la información completa.
• Tratar de resolver los “síntomas” en vez de resolver las causas.
• Retardar sucesivamente la toma de una decisión por temor a equivocarse.
• El cambio constante de prioridades. Falta de objetivos claros y específicos.
• Tomar decisiones extremadamente rápidas y compulsivas, para acabar “cuanto antes” con el problema.
• Considerar como solución sólo la primera alternativa que se conoce.
• Decidir entre las alternativas existentes sólo por “intuición”, sin elaborar criterios. (Corazonadas. Impresiones).
• Acomodamiento total a los criterios tradicionales para la toma de decisiones.
• Pretender resolver un excesivo número de problemas y tomar simultáneamente muchas decisiones.
• Falta de anticipación de riesgos. Falta de previsión.
Todo este proceso de la toma de decisiones se debe asumir con riesgo porque toda decisión tomada lo conlleva, y aunque haya sido planificada y planeada cuidadosamente en todas sus alternativas, toda elección admite en sí misma un riesgo. También con renuncia, ya que en el mismo momento que optamos por una alternativa o decisión, estamos renunciando a posibles ventajas de otras opciones; y finalmente, con responsabilidad ya que, quien toma una decisión, debe aceptar la responsabilidad de sus mismas consecuencias. Si no compartimos la toma de decisiones, no es justo tampoco el compartir la responsabilidad.
Debemos saber y aceptar que, de alguna u otra forma, el tomar decisiones a diario nos permite construir un estilo y forma de vida real. Nos brinda la oportunidad de crecer o no crecer dentro de nuestro entorno familiar, socioeconómico y cultural. De lo correcto y efectivo que sea este proceso, puede depender nuestro desarrollo personal y profesional día con día.
Pensar, decidir y ejecutar... tarea de todos los días.
¡Innovación y creatividad!
M.A.L.D.
http://issuu.com/desarrolloempresarial/docs/revista_agosto_2014
Debemos destacar la importancia de este proceso como elemento clave en nuestras vidas, ya que diariamente tomamos decisiones y no siempre lo hacemos de una manera clara y planificada.
Para muchas personas, tomar decisiones importantes en la vida les supone un cierto temor o al menos, incertidumbre, por si no se hace correctamente. Cuando se trata de decidir entre una ocupación u otra, por ejemplo, este proceso está cargado de inseguridad, porque sabemos que esta elección va a marcar nuestro estilo de vida y porque somos conscientes que estamos decidiendo nuestro futuro profesional y, tal vez, el de toda nuestra vida.
Tomar una buena decisión consiste en trazar el objetivo que se quiere conseguir, reunir toda la información relevante y tener en cuenta las preferencias del que tiene que tomar dicha decisión. Si queremos hacerlo correctamente, debemos ser conscientes de que una buena decisión es un proceso que necesita tiempo y planificación. Por ello, la única manera de tomar una buena decisión es a través de la aplicación de un buen procedimiento o modelo de toma de decisiones que nos permita ahorrar tiempo, esfuerzo y energía.
La mayoría de los autores convencionales coinciden en señalar seis criterios para tomar una decisión eficaz, que son:
• Concentrarse en lo que es realmente importante.
• Realizar el proceso de forma lógica y coherente.
• Considerar tanto los elementos objetivos como los subjetivos y utilizar una estructura de pensamiento analítica e intuitiva.
• Recoger la información necesaria para optar o elegir.
• Recopilar la información y opiniones que se han formado en torno a la elección.
• Ser directos antes, durante y después del proceso.
La necesidad de tomar decisiones rápidamente dentro de un mundo cada vez más complejo y en continua transformación, puede llegar a ser muy desconcertante por la imposibilidad de asimilar toda la información necesaria para adoptar la decisión más adecuada. Todo ello nos conduce a pensar que el tomar decisiones, supone un proceso mental que lleva en sí mismo los siguientes pasos:
• Identificación del problema: Reconocer cuándo estamos ante un problema para buscar alternativas de solución al mismo. ¿Qué hay que decidir?
• Análisis del problema: Determinar claramente las causas del problema y sus consecuencias. Recoger la máxima información posible sobre el mismo. ¿Cuáles son las opciones posibles?
• Evaluación de las opciones y/o alternativas: Identificar las posibles soluciones al problema o tema, así como sus posibles consecuencias. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de cada alternativa?
• Selección de la mejor opción: Una vez analizadas las opciones y/o alternativas posibles, escoger la que nos parece más conveniente y adecuada. ¿Cuál es la mejor opción?
• Poner en práctica las medidas tomadas: Una vez tomada la decisión, llevarla a la práctica y observar su evolución. ¿Es correcta la decisión?
• Finalmente, evaluar el resultado: Reflexionar si el problema se ha resuelto conforme a lo previsto, analizando los resultados para modificar o replantear el proceso en los aspectos necesarios para conseguir el objetivo pretendido. ¿La decisión tomada produce los resultados deseados?
Lo importante en realidad es adoptar un enfoque proactivo de toma de decisiones; es decir, debemos tomar nuestras decisiones sin esperar a que los otros lo hagan por nosotros, o lo que es peor, a vernos forzados a hacerlo.
Finalmente, una vez vistos los distintos elementos que debemos tener en cuenta en el proceso de toma de decisiones, debemos relacionar los posibles errores en los que podemos incurrir al tomar decisiones, entre los que podemos mencionar:
• El no realizar un buen estudio de la situación. Falta de información.
• La falta de decisión porque no se tiene la información completa.
• Tratar de resolver los “síntomas” en vez de resolver las causas.
• Retardar sucesivamente la toma de una decisión por temor a equivocarse.
• El cambio constante de prioridades. Falta de objetivos claros y específicos.
• Tomar decisiones extremadamente rápidas y compulsivas, para acabar “cuanto antes” con el problema.
• Considerar como solución sólo la primera alternativa que se conoce.
• Decidir entre las alternativas existentes sólo por “intuición”, sin elaborar criterios. (Corazonadas. Impresiones).
• Acomodamiento total a los criterios tradicionales para la toma de decisiones.
• Pretender resolver un excesivo número de problemas y tomar simultáneamente muchas decisiones.
• Falta de anticipación de riesgos. Falta de previsión.
Todo este proceso de la toma de decisiones se debe asumir con riesgo porque toda decisión tomada lo conlleva, y aunque haya sido planificada y planeada cuidadosamente en todas sus alternativas, toda elección admite en sí misma un riesgo. También con renuncia, ya que en el mismo momento que optamos por una alternativa o decisión, estamos renunciando a posibles ventajas de otras opciones; y finalmente, con responsabilidad ya que, quien toma una decisión, debe aceptar la responsabilidad de sus mismas consecuencias. Si no compartimos la toma de decisiones, no es justo tampoco el compartir la responsabilidad.
Debemos saber y aceptar que, de alguna u otra forma, el tomar decisiones a diario nos permite construir un estilo y forma de vida real. Nos brinda la oportunidad de crecer o no crecer dentro de nuestro entorno familiar, socioeconómico y cultural. De lo correcto y efectivo que sea este proceso, puede depender nuestro desarrollo personal y profesional día con día.
Pensar, decidir y ejecutar... tarea de todos los días.
¡Innovación y creatividad!
M.A.L.D.
http://issuu.com/desarrolloempresarial/docs/revista_agosto_2014